Ese aquél

Tu perfume ya no estimula su olfato,
tus formas ya no alteran su pasión,
las tinieblas de una tóxica relación 
le relegan de arquetipo a garabato.

Ese aquél ha perdido sensibilidad
y es cofrade de las mordaces horas,
a veces yace con sombras impostoras
e injuria su inconstante voluntad.

Ese aquél se desmiga en su prisión 
y desbroza facciones de la identidad,
es un proceso lleno de complejidad 
y necesario en la propia superación.

Después disfrutará de su algarabía,
ordenará lo que le queda por hacer,
pero desconoce que antes de renacer 
la última noche es la noche más fría.

Un hogar onírico

Tengo en mi hogar un garaje lleno de sueños.
Hablan de insania, de vértigo, del medievo...
Algunos son antiguos, otros son nuevos.
Algunos son grandes, otros son pequeños.

Cada mañana emerge un inédito florecimiento,
justo en el momento en que me despierto.
El más reciente tiene un aura ardiendo,
y los visiono desde el ensimismamiento.

De la cocina brotan hierbas aromáticas,
me gustan las recetas de verdades abstractas 
con especias de astrologías inexactas
en un horno de funciones matemáticas.

Tengo en mi hogar un cuarto con candiles
de iridiscente y estroboscópica pulsación,
y una cama de flotante levitación
para cópulas acrobáticas o sutiles.

En el baño suena una polifónica melodía,
las bombillas son globos azul celeste,
se podría albergar a toda la hueste
del ejército de la octava infantería.

La senda del abismo

Si miras al abismo fijamente,
éste te devuelve la mirada.
Es un abismo atrayente
con una curiosidad afilada.

Observa tu alma por dentro,
recorre profundo tu interior,
buscando la materia del centro,
buscando un resquicio de temor.

Y aquí aguardo con paciencia,
en el precipicio, de frente.
Yo con mi elocuencia
y él con orgullo silente.

Siento que mi duda se evapora,
tengo claro el camino a seguir.
No hay razón para la demora,
es momento del resurgir.

Hasta donde el intelecto permita
seguiré la senda del Gran Santo,
el camino largo hay quien lo evita,
pero también tiene su encanto.

Y cuando alcance al adalid elegido
oscilará el mundo entre mis dedos,
y la magia del grimorio perdido
servirá para aplacar tus miedos.