Títere descorazonado

Tras tratarle como a un títere descorazonado
y ver que no hay nada que no se pueda vulnerar,
cruzó vencido esa asfixiante oscuridad,
empujado a un vacío premeditado.

Se oían gritos de un corazón oprimido,
voceando que no existe nada más poderoso
que la pureza de un sentimiento odioso
que busca la paz en este mundo perdido.

Experto en razonar hacia sus adentros,
atiborrado de profundas heridas emocionales,
anulado por dolorosos estímulos visuales,
cerró los ojos y se siguió mintiendo.

Su pecado fue creer que eran felices,
y acostado sudaba un conocido miedo
al recordar que lo que una vez tocó el cielo
ya estaba podrido desde sus raíces.