Paseaba el dandy por la alameda plagada de gente,
se dirigía hacía el sur, donde la Villa Gris se ubica,
en el suelo una triste niña coloreando la rutina
y a cada paso más personas de rostro demente.
Ni el lugar era conocido ni la gente era corriente.
Un anciano de bigote artístico se abrazaba a la nada,
“No se si estoy soñando”, el dandy dudaba…
Cien pasos le separaban entre Futuro y Presente.
No le faltaba mucho para llegar a la meta.
Algunos sátiros gozaban libres de complejos,
y un celador miraba en el lago su propio reflejo.
Anduvo hasta apenas cruzar la última verja.
Futuro le abrió la puerta tranquilo y sonriente:
“ya estás aquí, ahora descansa para siempre”.