El futuro del dandy

Paseaba el dandy por la alameda plagada de gente,
se dirigía hacía el sur, donde la Villa Gris se ubica,  
en el suelo una triste niña coloreando la rutina  
y a cada paso más personas de rostro demente.

Ni el lugar era conocido ni la gente era corriente.  
Un anciano de bigote artístico se abrazaba a la nada,  
“No se si estoy soñando”, el dandy dudaba…  
Cien pasos le separaban entre Futuro y Presente.

No le faltaba mucho para llegar a la meta.  
Algunos sátiros gozaban libres de complejos,  
y un celador miraba en el lago su propio reflejo.

Anduvo hasta apenas cruzar la última verja.  
Futuro le abrió la puerta tranquilo y sonriente:  
“ya estás aquí, ahora descansa para siempre”.

La cariátide

La cariátide dorada recibió el don de la vida.
El oráculo no fue capaz de predecirlo.
Esa belleza nació de la alquimia prohibida,
imagen de un culto promiscuo
fue venerada por mortales y envidiada en el Olimpo.

La encadenaron a un gris esclavo,
vástago de una relación inapropiada,
un rufián que no tenía nada...
solo un eterno lazo
a una merecida fama.

Con enseñanzas sexuales
corrompió la pureza de la bella dama,
casta, inocente...
nocivamente aprendió lo que de ella se esperaba,
y al año, esa criatura benigna,
en época de labranza,
devoró a su mentor y escapó a tierras extrañas.

Alimentándose de cuerpos sin vida
que yacían llameantes tras las matanzas,
su espíritu mutó, de dorada cariátide
a voraz nómada de los oscuros valles.