El detractor conocido

Desde que nació le molestaba el cordón umbilical,
apreciaba el desapego del vínculo maternal.

Solo, en un infierno con su latifundio de huesos,
donde es costumbre abrazarse a los muertos.

Siempre se sintió inútil, como un león de papel
con la autoridad de una esclava de burdel.

Era guardián de sus propias profundidades,
custodio en un laberinto de polirrealidades. 

Y ahora que idolatra una diosa de fuego y hielo
no encuentra los males que habitaron su recuerdo.