La verdad de un loco

Cuando alguien aprecia algo
y al morir lo atesoras tú,
estarás otorgando valor 
al testimonio de su vida.

Quejarse de los propios actos
o esconderse como avestruz,
la cobardía es un escozor
de vergonzante salida.

Poner en duda la verdad de un loco, 
ya sea precisa o muy distorsionada,
es como dilatar un sofoco
al tener una espina clavada
por añorar el chalado siroco
de una persona ausentada.

Hurgar en la negligencia

Juntos vagamos por la prisión de la soledad,
éramos una brocha que tiñe lo que lamenta,
cuando el frío se comió las flores del alféizar,
el aura dramática formó parte de tu genética
y el almuédano blasfemó desde el alminar.

Evaluando una situación estresante
percibiste los estímulos como amenazas,
fuiste una nulidad de lo concordante
y sujetaste las endorfinas con tenazas,
consecuencia de una alteración aberrante.

A veces pagan justos por pecadores, 
y al querer dejar una imprenta contextual
luchamos en nuestros diálogos interiores
y sentimos insatisfacción existencial,
renegando de las futuras generaciones.