Juntos vagamos por la prisión de la soledad,
éramos una brocha que tiñe lo que lamenta,
cuando el frío se comió las flores del alféizar,
el aura dramática formó parte de tu genética
y el almuédano blasfemó desde el alminar.
Evaluando una situación estresante
percibiste los estímulos como amenazas,
fuiste una nulidad de lo concordante
y sujetaste las endorfinas con tenazas,
consecuencia de una alteración aberrante.
A veces pagan justos por pecadores,
y al querer dejar una imprenta contextual
luchamos en nuestros diálogos interiores
y sentimos insatisfacción existencial,
renegando de las futuras generaciones.