El juego del astado

La embestida del astado me dejó exhausto, sin energía.
Ese primate rojo, mitad bestia, mitad humano,
ese ser de la utopía, ese devorador de almas.
No cesaba en su intento de vaciarme con sus garras,
yo trataba de resistir, evitando mi entrada
en el mundo de los sueños eternos.
El ser supremo del averno atacaba con empeño,
hasta que, derrotado y sin fuerzas,
me dejó sobrevivir, para él solo era un juego.