Añoranza

Tierra que me viste nacer,
¿No sientes mi pena?
Atrapado entre cadenas
creo que nunca te volveré a ver.
Tierra que me viste crecer
líbrame de esta condena,
tú eres el mecenas
que me llena de esperanza.
Lejos de mi tierra querida
no cesaré en el empeño
de nuestra nueva reunión.
Lejos del oasis de la vida
siento el latir isleño
que alivia mi emoción.
Lejos de la patria perdida
no existe ensueño
semejante a tal perfección.

Ficticio profeta

Me deslicé por la larga senda de hielo,
mis pisadas daban paso a la fundición.
El cielo me propuso un intercambio,
ese cielo teñido de ojos rojos me engañaba.
Mi sombra se fugó con mi más dulce pensamiento
y me dejó a solas enfrentado a esa luz.
Sentí unas manos invisibles
que oprimían mi cuello con fuerza,
no obstante, me dejaban, sin razón, respirar.
Cabalgué el caballo de ojos tristes,
dibujé al demonio de alas blancas,
descubrí una selva de arena virgen,
pero aún así, no me nombraron profeta.
Fui el némesis del amor
y por ello me negaron el entrada al cielo.
Soñé en un mundo donde el silencio
retumbaba y no me dejaba dormir,
sin embargo, solo fue un sueño.